Encefalitis
Qué es la encefalitis?
La encefalitis es una inflamación (hinchazón e irritación) del cerebro. En la mayoría de los casos, esta inflamación está provocada por un virus.
La encefalitis también se llama “encefalitis viral aguda” o “encefalitis aséptica”.
¿Quién puede desarrollar una encefalitis?
La encefalitis es una enfermedad muy poco frecuente. La mayoría de los casos se dan en niños, ancianos y otras personas con sistemas inmunitarios debilitados (debido al VIH/SIDA, el cáncer, etc.).
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) registran cada año varios miles de casos de encefalitis en EE.UU. Muchos expertos en salud creen que hay muchos más casos que no se registran porque los síntomas varían y pueden ser leves.
¿Cuáles son los signos y los síntomas de la encefalitis?
Entre los síntomas propios de los casos leves de encefalitis, se suelen incluir los siguientes:
- fiebre
- dolor de cabeza
- falta de apetito
- falta de energía
- malestar general
Los casos graves de encefalitis pueden causar los siguientes síntomas:
- fiebre alta
- fuerte dolor de cabeza
- náuseas y vómitos
- rigidez de cuello
- confusión
- cambios de personalidad
- convulsiones (crisis convulsivas)
- problemas para hablar o para escuchar
- alucinaciones
- pérdidas de memoria
- somnolencia
- coma
Es más difícil detectar algunos de estos síntomas en los bebés. Entre los signos importantes en que fijarse cuando se trata de un bebé, se incluyen los siguientes:
- vómitos
- áreas prominentes o abultadas en las fontanelas
- llantos inconsolables o que parecen empeorar cuando se sostiene al bebé en brazos o se manipula de algún modo
- rigidez corporal
Puesto que la encefalitis puede seguir o acompañar a enfermedades virales comunes, pueden aparecer signos y síntomas propios de estas enfermedades antes de la encefalitis propiamente dicha. Pero lo más frecuente es que la encefalitis aparezca sin previo aviso.
Causas de la encefalitis
Hay tres grupos de virus que son las causas más frecuentes de la encefalitis:
- Los virus del herpes, como el de la varicela, el Epstein-Barr (que causa la mononucleosis), y el virus del herpes simple (que causa los herpes labiales o calenturas labiales).
- Los virus y otros gérmenes transmitidos por insectos, como el virus del Nilo Occidental (trasmitido por picaduras de mosquito) y los gérmenes que causan la enfermedad de Lyme y la fiebre moteada de las montañas Rocosas (trasmitidos por picaduras de garrapata).
- Los virus que causaban enfermedades que antes eran frecuentes en la infancia, como el sarampión, las paperas y la rubeola. Gracias a las vacunas, hoy en día, es raro que la gente desarrolle encefalitis como consecuencia de estas enfermedades.
Con menor frecuencia, la encefalitis puede estar provocada por:
- una infección bacteriana, como una meningitis bacteriana
- una complicación de otras enfermedades infecciosas, como la sífilis
- algunos parásitos, como los que transmiten la toxoplasmosis (presentes en las heces de gato infectadas), en personas con sistemas inmunitarios debilitados
¿Es contagiosa?
La inflamación cerebral, en sí misma, no se puede contagiar. Pero cualquiera de los virus que pueden causar una encefalitis sí que se puede contagiar. Por descontado, que una persona contraiga determinado virus no significa que vaya a desarrollar una encefalitis.
¿Cómo se diagnostica la encefalitis?
Los médicos usan varias pruebas para diagnosticar la encefalitis, incluyendo las siguientes:
- pruebas de diagnóstico por la imagen, como una tomografía computada (TC) o una resonancia magnética (RM), para saber si el cerebro está inflamado, está sangrando o presenta otros problemas
- un electroencefalograma (EEG), que registra las señales eléctricas cerebrales, para detectar la presencia de ondas cerebrales anormales.
- un análisis de sangre para detectar posibles bacterias o virus en la sangre del paciente. Los análisis de sangre también sirven para saber si el cuerpo está fabricando anticuerpos (proteínas específicas que combaten infecciones) en respuesta a un germen.
- una punción lumbar, donde se recoge líquido cefalorraquídeo (el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal) para detectar posibles signos de infección.
¿Cómo se trata la encefalitis?
Muchos niños con encefalitis necesitan recibir cuidados en un hospital, generalmente en la unidad de cuidados intensivos (UCI). En el hospital, los médicos controlarán atentamente la tensión arterial, la frecuencia cardíaca y la respiración del paciente, así como sus fluidos corporales, para impedir que el cerebro se inflame todavía más.
Medicamentos
- Los medicamentos antivirales permiten tratar algunas formas de encefalitis, como las causadas por el virus del herpes simple.
- Se pueden usar corticoesteroides para reducir la inflamación cerebral.
- Si el niño tiene convulsiones, se le pueden dar anticonvulsivos.
- Los medicamentos de venta sin receta médica, como el paracetamol, pueden ayudar a tratar la fiebre y el dolor de cabeza.
- Los antibióticos no son eficaces contra los virus; por eso, no se usan para tratar la mayoría de las formas de encefalitis.
Muchas personas que contraen una encefalitis se recuperan por completo. En algunos casos, la inflamación cerebral puede causar problemas duraderos, como trastornos del aprendizaje, problemas en el habla, pérdidas de memoria o falta de control muscular. En estos casos, puede ser necesaria la logopedia, la fisioterapia , y/o la terapia ocupacional.
¿Cuánto dura la encefalitis?
En la mayoría de los casos de encefalitis, la fase aguda de la enfermedad (cuando los síntomas son más graves) suele durar un máximo de una semana. El tiempo de recuperación total suele ser más largo, a menudo de varias semanas o meses.
¿Es posible prevenir la encefalitis?
La encefalitis no se puede prevenir, pero se puede intentar evitar aquellas enfermedades que pueden desembocar en una encefalitis. Las vacunas protegen a los niños de muchas de las enfermedades que tradicionalmente eran propias de la infancia. Por lo tanto, siga el calendario vacunal que le recomiende el médico de su hijo. Los niños deben evitar el contacto con cualquier persona que padezca una encefalitis.
También es importante que todos los miembros de su familia se laven las manos a fondo y con frecuencia.
Para evitar las picaduras de mosquito, los niños deberían:
- Evitar estar al aire libre al anochecer y al amanecer (cuando los mosquitos están más activos).
- Llevar ropa protectora cuando estén en un exterior, como camisas y camisetas de manga larga y pantalones largos.
- Utilizar repelentes contra insectos.
Retire el agua estancada que pueda haber en o alrededor de su casa, incluyendo los cubos llenos o medio llenos, los baños para pájaros, los abrevaderos y los columpios fabricados con neumáticos. Todos estos objetos son campos de cultivo idóneos para la proliferación de mosquitos.
Para evitar las picaduras de garrapata:
- Limite el contacto de su hijo con la tierra, las hojas y la vegetación.
- Cuando su hijo esté al aire libre, haga que vista camisas y camisetas de manga larga y de colores claros, así como pantalones largos.
- Inspeccione a su hijo y a su mascota cuando hayan estado al aire libre y vuelvan a casa, en busca de posibles garrapatas.
¿Cuándo debería llamar al médico?
Llame al médico de su hijo si tiene fiebre alta, sobre todo, si está pasando una enfermedad típica de la infancia (como el sarampión, las paperas o la varicela) o recuperándose de una de estas enfermedades.
Pida atención médica inmediata si su hijo presenta cualquiera de los siguientes síntomas:
- fuerte dolor de cabeza
- convulsiones
- rigidez de cuello
- incapacidad para mirar a luces intensas
- visión doble
- dificultades para andar
- problemas para hablar o para escuchar
- dificultades para mover un brazo o una pierna
- pérdida de sensibilidad en cualquier parte del cuerpo
- cambios repentinos de personalidad
- problemas relacionados con la memoria
- somnolencia extrema
- pérdida de la conciencia (desmayarse)
Solicite atención médica inmediata si su hijo todavía es un bebé y presenta cualquiera de los siguientes síntomas:
- fiebre alta, o cualquier fiebre que supere los 38 ºC (100,4 ºF) en bebés menores de 3 meses de edad
- áreas prominentes o abultadas en las fontanelas
- cualquier tipo de rigidez
- flacidez o falta de tono muscular
- debilidad
- falta de apetito o reducción de la ingesta
- vómitos
- llanto inconsolable