La voz de su hijo está cambiando
Junto con los cambios evidentes en su aspecto físico que vienen con la pubertad, la voz de su hijo empezará a sonar bien diferente en esta etapa de su vida.
Conforme el cuerpo va atravesando la pubertad, la laringe (o caja resonancia) aumenta de tamaño y se engrosa. Esto ocurre tanto en los niños como en las niñas, pero en los niños el cambio es mucho más evidente. Las voces de las niñas se agravan (o bajan) solo en un par de tonos, o sea que el cambio apenas se nota. Sin embargo, las voces de los niños se empiezan a hacer mucho más graves.
La laringe cambia con el tiempo
Es la laringe la responsable de todo esto. A medida que el cuerpo atraviesa la pubertad, la laringe crece y se vuelve más ancha. Ocurre tanto en niños como en niñas, pero el cambio es más evidente en los niños. Las voces de las niñas solo se profundizan en un par de tonos y el cambio apenas se nota. Las voces de los niños, sin embargo, comienzan a hacerse mucho más graves.
La base científica del cambio
La laringe, ubicada en la garganta, desempeña un papel importante en la creación del sonido de la voz. Dos músculos, las cuerdas vocales, van de lado a lado de la laringe como si fueran dos tiras o bandas de goma.
Cuando una persona habla, el aire sale desde los pulmones y hace que vibren las cuerdas vocales, que son las que producen el sonido de la voz. El pico del sonido que se produce está controlado por lo fuertemente que se contraen los músculos de las cuerdas vocales cuando el aire procedente de los pulmones los golpea. Si alguna vez ha pulsado una pequeña y fina banda de goma, habrá oído el sonido agudo que hace. Una banda más gruesa hace un sonido más grave cuando se pulsa. Ocurre lo mismo con las cuerdas vocales.
Antes de que un niño alcance la pubertad, su laringe es bastante pequeña y sus cuerdas vocales son pequeñas y finas. Por eso, su voz es más aguda que la de los adultos. Pero conforme va atravesando la pubertad, su laringe aumenta de tamaño y sus cuerdas vocales crecen en longitud y se vuelven más gruesas. Además, sus huesos faciales empiezan a crecer. Las cavidades que hay dentro de los senos nasales, la nariz y la parte posterior de la garganta aumentan de tamaño, creando más espacio en la cara, lo que da a la voz más espacio para resonar.
En el proceso en que un niño se va adaptando a todos estos cambios en sus estructuras corporales, se le puede romper la voz y puede hacer “gallos”. Este proceso solo dura unos pocos meses. En cuanto la laringe de su hijo deje de crecer, su voz dejará de hacer gallos y se le dejará de romper.
Una etapa normal en el crecimiento
Esos gallos y esa voz rota en un niño solo son partes completamente normales y naturales de su proceso de crecimiento.
A medida que vaya avanzando la pubertad, su cuerpo se irá adaptando al nuevo tamaño de su laringe, y tanto los gallos como la voz rota empezarán a desaparecer. Llegados a este punto, su nueva voz, mucho más profunda y grave, se volverá mucho más estable y fácil de controlar.
Cuando su laringe aumente de tamaño, se inclinará formando un ángulo diferente dentro del cuello y sobresaldrá una parte de ella por la parte anterior de la garganta. Esto se conoce como la nuez. En la niñas, la laringe también aumenta de tamaño, pero no tanto como en los niños; por eso, las niñas no tienen nuez.
El momento en que se hace este cambio varía de un niño a otro, por lo que la voz de un niño puede empezar a cambiar antes o después. La voz de un niño suele empezar a cambiar entre los 11 y los 14½ años de edad, generalmente justo después de que tenga lugar el estirón propio de la pubertad. La voz de algunos niños puede cambiar de forma gradual, mientras que la de otros niños puede cambiar más deprisa.
Si su hijo está preocupado, estresado o avergonzado por cómo le suena la voz, hágale saber que solo se trata de algo temporal y que todo el mundo atraviesa este tipo de cambios en mayor o menor medida. Al cabo de pocos meses, lo más probable es que su hijo tenga una voz profunda y grave, como la de un adulto.