Necesidades nutricionales en los niños con cáncer
Alimentarse bien ayuda a los niños con cáncer a encontrarse mejor y a afrontar los efectos secundarios del tratamiento del cáncer.
Para conservar la fuerza y afrontar los efectos secundarios, los niños se deben mantener bien hidratados, tomar solo los suplementos que les recomienden sus médicos y comer lo mejor posible, aunque a veces les pueda costar. En algunos niños que se están tratando el cáncer, esto puede significar ser capaces de comer lo suficiente, mientras que, en otros, puede significar no comer demasiado.
Mantenerse bien hidratado
Los niños que se están tratando un cáncer suelen perder una gran cantidad de agua debido a los vómitos, la diarrea o a que no beben lo suficiente. Esto los puede llevar a la deshidratación. Para evitar que esto ocurra, asegúrese de que su hijo bebe abundante cantidad de líquidos. Lo mejor son el agua corriente, el agua filtrada y el agua embotellada, pero su hijo también puede beber otros líquidos, como los jugos de fruta (puros o al 100% es lo mejor), así como fruta y verdura, que contienen mucha agua (como el melón y el pepino) y sopas.
El agua ayuda en casi todas las funciones corporales, desde la digestión y la metabolización de las grasas hasta la eliminación de toxinas y el mantenimiento de la temperatura corporal. Ingerir suficiente cantidad de líquidos también ayuda a prevenir el estreñimiento, una afección que puede hacer que el niño tenga menos apetito.
Comer bien
Todos los niños con cáncer tienen unas necesidades nutricionales específicas, por lo que es importante hablar con un dietista sobre cómo se debe alimentar su hijo. Por lo general, los niños con cáncer tienen mayores necesidades nutricionales de proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y grasas saludables.
Las proteínas ayudan al cuerpo a crecer, reparar tejidos, construir células sanguíneas y reponer el sistema inmunitario . Ingerir suficiente cantidad de proteínas puede ayudar a su hijo a reponerse de los efectos secundarios de la radioterapia y de la quimioterapia más deprisa, al tiempo que lo ayuda a prevenir las infecciones. Alimentos como el queso, los huevos, la leche, el yogur, la carne magra, la carne de aves de corral, el pescado, las alubias, la mantequilla de cacahuete, los frutos secos, las lentejas y la soja son buenas fuentes de proteínas.
Los hidratos de carbonoson el combustible del cuerpo, proporcionando energía a sus células y ayudando a mantener la función de sus órganos. Entre los alimentos ricos en hidratos de carbono, se incluyen el pan, la pasta, las patatas, el arroz, los cereales, la fruta, el maíz y las alubias. El pan y la pasta integrales suelen ser las mejores fuentes de hidratos de carbono porque añaden fibra, que ayuda a que los niños se sientan llenos durante más tiempo y previene el estreñimiento, un efecto secundario frecuente del tratamiento del cáncer.
Las grasas ayudan al cuerpo a almacenar energía, aíslan los tejidos corporales y transportan algunas vitaminas por el torrente sanguíneo. Las grasas también contienen muchas calorías, lo que puede ser importante para aquellos niños que estén perdiendo peso durante el tratamiento. De todos modos, no todas las grasas son iguales. Las grasas insaturadas, que se encuentran en el pescado, los frutos secos, el aceite de oliva y el aguacate, son mucho más saludables que las grasas saturadas y trans, que se encuentran en la carne roja, los alimentos grasos y los fritos.
Los suplementos dietéticos no suelen ser recomendables, porque pueden interferir en algunos tratamientos contra el cáncer. No le dé a su hijo ningún suplemento a menos que se lo recomiende el profesional de la salud. Lo mejor es que los niños obtengan sus nutrientes a través de los alimentos.
Ayudar a su hijo a comer más
Cuando un niño no se encuentra bien, puede ser difícil que coma. Pruebe estos consejos para ayudar a su hijo:
- Ofrézcale comidas pequeñas y más frecuentes. Así mismo, sírvale la comida en platos pequeños, puesto que un plato grande lleno de comida puede parecer excesivo para una persona con poco apetito.
- Tenga alimentos siempre a mano. Sea una barrita para el desayuno, una bebida nutritiva para agitar, galletas saladas tipo cracker o fruta, tenga tentempiés siempre a mano por si su hijo tuviera hambre de repente.
- Pruebe con una dieta blanda. Si su hijo rechaza los alimentos con olores o sabores fuertes, limítese a la dieta blanda: pan, pasta, arroz y caldo.
- Experimente con la temperatura de la comida. Muchos niños que se están tratando el cáncer prefieren comer alimentos a temperatura ambiente en vez de tomarlos muy calientes o muy fríos.
- Evite los alimentos ácidos. Si las llagas en la boca son un problema, haga que su hijo se mantenga alejado de los alimentos ácidos, como el jugo de naranja, la limonada y el tomate.
- Haga que los alimentos sean más fáciles de tragar. Si a su hijo le cuesta tragar, pruebe con los alimentos en puré, las sopas, los batidos y los jugos. Una pajita puede ayudar a tragarlos mejor.
- No ofrezca a su hijo líquidos en las comidas. Sírvale las bebidas entre comidas, en lugar de con las comidas. Así, su hijo no se llenará con los líquidos y dejará de tener apetito. (Pero si su hijo tiene llagas en la boca o la boca seca, ofrézcale bebidas con las comidas para ayudarlo a tragar mejor.)
- Compense las calorías que pierda su hijo. Es posible que su hijo tenga muy poco apetito mientras esté recibiendo quimioterapia. Entre tratamientos, compénselo ofreciéndole alimentos como barritas ricas en calorías y batidos de leche. Pida recomendaciones al médico de su hijo.
Ayude a su hijo a comer menos (¡o mejor!)
Muchos niños que se están sometiendo a un tratamiento contra el cáncer tienden a comer menos y pierden peso porque tienen menos apetito.
Pero a algunos niños les aumenta el apetito, sobre todo, si toman medicamentos esteroides, que pueden aumentar el apetito. Esta medicación también puede llevar a la retención de líquidos y a la ganancia de peso. Estos problemas tienden a remitir después del tratamiento. Pero, mientras se estén tratando, es importante que los niños mantengan un peso saludable.
Estos consejos lo pueden ayudar:
- Establezca un horario regular para las comidas. Sirva tres comidas de tamaño moderado al día, sumadas a 1–2 tentempiés, y asegúrese de que su hijo se adapta a ese horario. Anime a su hijo a esperar un mínimo de 20 minutos después de comer algo antes de pedir más comida. (Por lo general, a los niños le suele costar ese tiempo en darse cuenta de que están llenos.)
- Limite la ingesta de sal de su hijo. Ayude a prevenir la retención de líquidos limitando la cantidad de sal en la dieta de su hijo. Evite la comida rápida, los alimentos procesados, los congelados y tentempiés como las patatas fritas o las galletas saladas tipo pretzel. Use especias diferentes a la sal para aderezar alimentos de temporada hechos en casa.
- Sírvale antes la fruta y la verdura. Ofrezca a su hijo fruta y verdura al principio de la comida. Si se comen antes, saben incluso mejor cuando se tiene hambre. Haga lo mismo con los alimentos integrales (como el pan y la pasta). Son de mayor contenido en fibra y hacen que los niños estén llenos durante más tiempo.
- Prepare tentempiés saludables para su hijo. Tenga solo alimentos saludables en casa para los tentempiés, y lleve encima tentempiés saludables cuando salgan de casa. Limite la ingesta de refrescos y de dulces por parte de su hijo, porque ambos están cargados de calorías vacías.
- Haga que su hijo se mantenga activo. Ayude a impedir que su hijo piense en la comida. Haga que pruebe actividades como el deporte, los juegos, la lectura u otras aficiones. Para ayudarlo a quemar un exceso de calorías, su hijo debería tratar de mantenerse activo y hacer abundante ejercicio físico cuando le apetezca.
- Conserve los alimentos fuera de la vista y de la mente de su hijo. Limite los programas de televisión relacionados con la comida y tenga los alimentos guardados dentro de armarios, en vez de en la encimera de la cocina.
- Limite los líquidos con calorías que le dé a su hijo. Los jugos, los refrescos y las bebidas deportivas contienen muchas calorías y son muy poco nutritivos. Y no quitan el hambre.
Cuando su hijo deje de tomar esteroides u otro tipo de tratamientos que le aumenten el hambre, el apetito de su hijo debería volver a la normalidad y hasta es posible que se le reduzca durante un tiempo. Se trata de algo normal y que no debe ser motivo de alarma. Lo más probable es que el médico de su hijo espere una pérdida de peso motivada por eso y que esté pendiente del peso de su hijo.
Comer para reducir los efectos secundarios.
El cáncer y sus tratamientos pueden causar una serie de efectos secundarios, como náuseas, vómitos, boca seca, llagas en la boca, estreñimiento y diarrea. También pueden:
- hacer que el niño tenga una sensibilidad aumentada al olor y a la temperatura de la comida
- hacer que al niño le cueste tragar
- causarle cambios en el sabor que pueden hacer que le dejen de gustar alimentos con los que antes disfrutaba
Afortunadamente, después de que concluya el tratamiento, estos problemas remiten.
Mientras tanto, ayude a calmar las náuseas y los vómitos asegurándose de que su hijo se toma todos sus medicamentos correctamente y de que se alimenta bien. Ofrézcale una dieta blanda, sobre todo los días en que su hijo reciba tratamiento. Evite los alimentos salados, dulces, grasos y/o fritos. El olor de los alimentos también puede desempeñar un papel en las náuseas. Considere la posibilidad de darle alimentos que no huelan o que huelan poco y no cocine cerca de su hijo.
Para ayudar a controlar la diarrea, dele a su hijo alimentos como el pan, el plátano, el arroz blanco y la compota de manzana, que son fáciles de digerir. Evite los productos lácteos; los alimentos grasos, los especiados y los fritos; los alimentos y las bebidas con cafeína (como le café, el té y el chocolate); los alimentos de alto contenido en fibra; la verdura y la fruta frescas y crudas; alimentos como la col y el brócoli, que causan gases. Los niños con diarrea deben beber más de lo habitual para compensar la pérdida de líquidos a través de las heces.
Para ayudar a controlar el estreñimiento, ofrezca a su hijo alimentos de alto contenido en fibra, como fruta, como la verdura, lo frutos secos y los panes o cereales integrales. Aparte de agua, ofrezca a su hijo jugos de fruta y verdura (como el jugo de ciruela), así como líquidos tibios, como las infusiones.
Un cambio en las preferencias alimentarias puede parecer algo insignificante, pero, si eso hace que a su hijo deje de interesarle comer, no será tan insignificante. Tendrá que gestionarlo mientras dure, lo que se puede alargar semanas e incluso a años:
- Ayude a su hijo a llevar una buena higiene oral, cepillándose los dientes con regularidad y enjaguándose la boca a menudo, así se le podrán reducir las llagas en la boca, y la comida le sabrá mejor.
- Si su hijo es hipersensible al sabor del metal, pruebe a usar cubiertos de plástico.
- Anime a su hijo a probar alimentos nuevos. Los alimentos de sabores fuertes es posible que enmascaren los cambios que hayan tenido lugar el gusto de su hijo.
- Tenga a mano una amplia variedad de alimentos para ayudarlo a gestionar los cambios que se vayan produciendo en el gusto de su hijo.
Manipulación y preparación segura de los alimentos
Los niños con cáncer corren un alto riesgo de contraer infecciones, por eso es muy importante saber cómo manipular y preparar su comida. Esto significa lavarse las manos bien antes de manipular o tocar cosas como carne cruda o carne de aves de corral.
También implica hacer cosas como mantener calientes los alimentos calientes y fríos los alimentos fríos. Los alimentos preparados no se deben guardar a temperatura ambiente durante más de una hora, y las sobras no se deben comer después de pocos días.
La fruta y la verdura crudas siempre se deben lavar antes de comerlas. Aquí también se incluyen los melones, las sandías y cualquier otra fruta de piel gruesa que solo se puede cortar con cuchillo. Los alimentos cocinados se deben cocinar bien antes de servirlos.
Fomentar unos buenos hábitos de alimentación
Cuando a un niño le cuesta comer lo suficiente, puede ser tentador ceder y dejarle comer cualquier cosa, sea saludable o no, para que, por lo menos, ingiera algunas calorías. Pero es importante fomentar unos hábitos de alimentación saludables.
Ingerir alimentos nutritivos ayudará a que su hijo no se dé atracones de dulces o de fritos. Y recuerde que llegará un día en que concluirá su tratamiento, y el apetito de su hijo volverá a la normalidad. Cuando recupere el apetito, los buenos hábitos de alimentación que habrá adquirido le ayudarán a seguir escogiendo las opciones más saludables.
Puede no ser fácil conseguir que su hijo se centre en alimentarse bien durante el tratamiento, pero es importante que lo intente. Los niños que comen bien y que se mantienen bien hidratados son más capaces de tolerar los tratamientos y de estar preparados para recibirlos, mantenerse alejados de las infecciones, conservar un peso saludable y estar lo bastante fuertes como para disfrutar de sus actividades favoritas; y todos estos factores aumentan las probabilidades de que el tratamiento sea un éxito.