Rivalidad entre hermanos
¿Qué es la rivalidad entre hermanos?
Muchos niños tienen la suerte de convertirse en los mejores amigos de sus hermanos, pero es frecuente que los hermanos discutan.
A menudo, la rivalidad entre hermanos aparece incluso antes de que el hermano menor entre en la familia, y prosigue conforme los niños van creciendo y siguen compitiendo por todo, desde los juguetes hasta la atención. Conforme los niños van alcanzando distintas etapas en su desarrollo, sus necesidades cambiantes pueden afectar de forma significativa a cómo se relacionan entre sí.
Puede ser frustrante y muy desagradable ver (y oír) a sus hijos mientras discuten. Un conflicto en casa es estresante para toda la familia. Además, puede ser difícil saber cómo detener una pelea, o incluso, saber si usted se debería o no implicar en las peleas de sus hijos.
¿Por qué se pelean los hermanos?
Hay muchas cosas diferentes que pueden desencadenar una pelea entre hermanos. La mayoría de los hermanos sienten algún grado de celos, envidia o competencia, lo que puede llevar a discusiones y peleas. Pero hay otras cosas que pueden influir en la frecuencia con que discuten y en la gravedad de las disputas. Entre ellas, se incluyen las siguientes:
- Necesidades cambiantes. Es normal que las necesidades, las ansiedades y las identidades de los niños, todas ellas cambiantes, afecten a cómo se relacionan los hermanos entre sí. Por ejemplo, los niños de 1 a 3 años son muy posesivos con sus juguetes y demás pertenencias, y están aprendiendo a afirmar su voluntad siempre que pueden. Por eso, si un bebé agarra un juguete u otro tipo de pertenencia de su hermano de 2 años, este último puede reaccionar mal. Los niños en edad escolar suelen tener un fuerte sentido de la justicia; por eso, pueden no entender que sus hermanos de edades diferentes reciban un trato diferente o pueden tener la sensación de que uno de sus hermanos recibe un trato especial. Los adolescentes, por otro lado, están desarrollando el sentido de la individualidad y la independencia, por lo que se pueden resentir de tener que ayudar en las tareas domésticas, cuidar de sus hermanos menores e, incluso, tener que pasar tiempo con su familia. Todas estas diferencias pueden afectar a la manera en que se llevan los hermanos y a sus discusiones.
- Temperamentos y personalidades individuales. El temperamento individual de cada uno de sus hijos, que engloba su estado de ánimo, su actitud y su capacidad de adaptación, junto con una personalidad exclusivamente suya, desempeña un papel fundamental en cómo los hermanos se llevan entre sí. Por ejemplo, si uno de sus hijos es tranquilo y despreocupado, mientras que el otro es nervioso e irritable, es más probable que se lleven mal. De la misma forma, un niño que sea muy pegajoso y que dependa muchos del consuelo de sus padres puede causar resentimiento en otro hermano que vea que no recibe el mismo nivel de atenciones por parte de sus padres.
- Niños enfermos y/o con necesidades especiales. A veces, un niño con necesidades especiales, debidas a una enfermedad o a cuestiones emocionales o relacionadas con el aprendizaje, puede requerir más tiempo de sus padres. Sus hermanos pueden portarse mal para llamar la atención o por el miedo que les causa lo que le está pasando a su hermano.
- Modelos de conducta. La manera en que los padres gestionan sus problemas y desacuerdos sienta un fuerte ejemplo para sus hijos. ¿Usted y su pareja resuelven los conflictos de una manera respetuosa, productiva y no agresiva? Esto haría que fuera más probable que sus hijos hicieran lo mismo cuando tuvieran conflictos entre sí. Si sus hijos los ven gritar a menudo, dar portazos y discutir chillando, lo más probable es que ellos también adquieran esos mismos malos hábitos.
¿Qué debo hacer cuando se pelean mis hijos?
Cuando sus hijos discutan o se peleen, trate de no intervenir. Participe solo si hay peligro de que se hagan daño físicamente. Si usted interviene siempre, se arriesga a crear otros problemas. Sus hijos pueden iniciar una disputa esperando su ayuda y contando con que usted acudirá en su rescate, en vez de aprender a resolver los problemas por sí mismos. Y, aunque usted no lo pretenda, podría parecer que uno de su hijos suele ser el “protegido” por usted, lo que haría que su hermano se sintiera más resentido. Y el hijo por quien usted tome partido puede tener la sensación de que se puede salir con la suya porque su madre o su padre siempre intercede por él.
Si le preocupa el lenguaje que usan sus hijos, lleno de insultos y palabrotas, es correcto que los instruya para que expresen lo que sienten usando palabras apropiadas. Esto es diferente a inmiscuirse en la discusión o a intervenir para separar a sus hijos.
Incluso en este tipo de situaciones, anime a sus hijos a resolver sus problemas por sí mismos. Si tiene que intervenir en una discusión, trate de resolver los problemas con sus hijos, en vez de por ellos.
Cuando tenga que intervenir, aquí tiene algunos aspectos a tener en cuenta:
- Separe a sus hijos hasta que se tranquilicen. A veces, es mejor dejarles espacio durante un rato y no retomar el conflicto. Si no, este se podría reactivar de nuevo. Si usted quiere convertirlo en una experiencia de aprendizaje, espere a que las emociones se hayan calmado.
- No se centre demasiado en averiguar cuál de sus hijos tiene la culpa. Para que haya una disputa, tiene que haber dos personas; por eso, todos los implicados son parcialmente responsables.
- A continuación, trate de establecer una situación donde ambas partes salgan ganando, de modo que cada uno de sus hijos gane algo. Si sus hijos quieren jugar con el mismo juguete, tal vez puedan jugar los dos juntos al mismo juego.
Recuerde que cada vez que un niño afronta un conflicto, también está aprendiendo importantes habilidades que le servirán de cara al futuro, como valorar el punto de vista de otra persona, negociar y llegar a acuerdos, así como controlar sus propios impulsos agresivos.
¿Cómo puedo ayudar a mis hijos a llevarse bien?
Entre las cosas sencillas que puede hacer cada día para evitar las peleas entre sus hijos, figuran las siguientes:
- Establezca unas normas básicas o reglas de cabecera sobre qué es un comportamiento aceptable. Diga a sus hijos que se guarden las manos para sí mismos y que no están permitidos los insultos, las palabrotas, los gritos ni los portazos. Insista a sus hijos en que conozcan las normas de la casa, así como sus consecuencias si se las saltan. Esto les enseña que son responsables de sus propios actos, independientemente de cuál sea su situación o de lo mucho que los provoquen, y no permita que le arrastren para saber quién tiene la razón y quién no la tiene.
- No deje que sus hijos le trasmitan la idea de que todo siempre tiene que ser “justo” e “igualitario”: a veces un niño necesita más que su hermano.
- Dedique a cada uno de sus hijos atención exclusiva y centrada en sus intereses y necesidades. Por ejemplo, si a uno le gusta salir, dense un paseo lo dos juntos por el parque. Si a otro hijo suyo le gusta estar en casa y leer, resérvese tiempo para leer juntos también.
- Siempre que sea posible, asegúrese de que cada uno de sus hijos dispone de su propio espacio y su propio tiempo para hacer lo que le gusta: jugar solo con sus juguetes, jugar con sus amigos sin la presencia constante de su hermano o disfrutar de las actividades sin tener que compartirlas siempre al 50%.
- Muestre a sus hijos que, para usted, el amor no es nada que se pueda relacionar con las normas ni los límites.
- Hágales saber que están seguros, que son importantes, que se les quiere en casa y que se colmarán sus necesidades.
- Diviértanse juntos estando en familia. Independientemente de que estén viendo una película, lanzando la pelota o jugando a un juego de mesa, están estableciendo una manera pacífica y respetuosa de pasar el tiempo juntos y relacionarse. Esto puede reducir las tensiones entre sus hijos y hacer que se impliquen y se relacionen entre sí. Muchos hermanos compiten por la atención de sus cuidadores, por eso, las actividades familiares divertidas ayudan a reducir los conflictos.
- Si sus hijos discuten a menudo por las mismas cosas (como los videojuegos o llevar el mando del televisor), elabore un horario donde se muestre a qué hijo le “pertenece” ese artículo en cada momento de la semana. (Pero, si siguen discutiendo, retíreles el “premio” a los dos.)
- Si las peleas entre sus hijos en edad escolar ocurren a menudo, hagan reuniones familiares semanales donde se repitan las normas relacionadas con las disputas y donde se revisen momentos del pasado en que se hayan resuelto con éxito los conflictos. Considere la posibilidad de establecer un programa donde sus hijos ganen puntos para practicar una actividad familiar divertida cuando colaboren entre sí, a fin de detener sus disputas.
- Sepa reconocer aquellos momentos en que sus hijos solo necesiten un tiempo para estar separados entre sí y de la dinámica familiar. Trate de organizar reuniones con los amigos de sus hijos o actividades para cada uno de ellos. Y, cuando uno de sus hijos esté participando en una reunión con sus amigos, usted puede dedicar ese momento para relacionarse individualmente con su otro hijo.
Tenga en cuenta que los niños a veces se pelean por la atención de sus padres. En esos casos, plantéese la posibilidad de desconectar de ellos durante un buen rato. Cuando usted no esté presente, el incentivo de discutir desaparecerá. Así mismo, si su usted tiene poca paciencia y/o pierde los nervios con facilidad, dígale a su pareja que tome el mando cuando discutan sus hijos.
¿Cuándo debo pedir ayuda profesional?
Raramente, los conflictos entre hermanos son tan graves que alteran el funcionamiento diario de la familia o afectan emocional o psicológicamente a los niños. En esos casos, es sensato pedir ayuda a un profesional de la salud mental. Busque ayuda profesional para resolver los conflictos entre hermanos si:
- son tan graves que están causando problemas en su matrimonio o relación de pareja
- están creando un peligro real de daños físicos a algún miembro de su familia
- están dañando la autoestima o el bienestar emocional de algún miembro de su familia
- pueden estar relacionados con otros problemas graves, como una depresión
Si hay algo que le preocupa sobre las peleas entre sus hijos, hable con el médico o los médicos de ambos. Podría o podrían decidir que su familia se podría beneficiar de la ayuda de un profesional de la salud mental de su localidad y remitirlos a este tipo de servicios.